Un reciente informe económico subraya la crisis del poder adquisitivo: el empleo, por sí solo, ha dejado de ser una garantía de salida de la pobreza para una porción significativa de la población activa argentina. El fenómeno de la «pobreza laboral» se consolida como uno de los desafíos socioeconómicos más urgentes del país.
Un análisis realizado por el Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), dependiente de la Fundación Mediterránea, ha puesto de manifiesto una alarmante realidad en el mercado laboral argentino: aproximadamente $4,5$ millones de personas que poseen un empleo formal o informal no logran percibir ingresos suficientes para cubrir el costo de la Canasta Básica Total (CBT) y, por lo tanto, se encuentran por debajo de la línea de pobreza. Esta cifra representa más del $21\%$ del total de trabajadores ocupados en el país, lo que evidencia que la obtención de un puesto de trabajo ya no es sinónimo de una vida digna o de movilidad social ascendente.
El Desafío de la Pobreza Estructural
Históricamente, la tasa de empleo ha sido considerada un indicador primordial de la salud económica y social de una nación. Sin embargo, en el contexto actual, los datos sugieren que la calidad del empleo se ha vuelto un factor más determinante que su mera existencia. La persistencia de la alta inflación, la caída sistemática del poder adquisitivo de los salarios y el crecimiento de la informalidad laboral se conjugan para configurar un escenario de «pobreza laboral» estructural.
La Canasta Básica Total (CBT) funciona como el umbral que define la línea de pobreza. Su valor monetario indica el gasto mínimo que un hogar necesita para adquirir alimentos, vestimenta, transporte, salud y otros bienes y servicios no alimentarios esenciales. El hecho de que millones de ocupados, a pesar de sus jornadas laborales, no alcancen a cubrir este monto, pone en jaque la efectividad del modelo económico y las políticas salariales vigentes.
Análisis de las Causas Centrales
La precariedad que empuja a trabajadores con empleo a la pobreza es multifactorial. Entre los principales elementos que explican esta problemática, se destacan:
1. El Impacto de la Inflación Crónica: El sostenido y elevado ritmo inflacionario en Argentina erosiona de manera constante el poder de compra de los salarios. Si bien pueden existir negociaciones paritarias y ajustes periódicos, la velocidad con la que aumentan los precios, especialmente de los alimentos y servicios esenciales, supera la capacidad de recuperación del ingreso promedio. Esto provoca que el salario real se contraiga, dejando a vastos sectores de trabajadores en una carrera perdida contra el costo de vida.
2. La Alta Tasa de Informalidad Laboral: Una porción significativa de esos $4,5$ millones de trabajadores opera en la economía informal. Estos empleos carecen de protección social, no tienen acceso a salarios mínimos regulados ni a paritarias sindicales, y sus ingresos suelen ser volátiles y considerablemente inferiores a los del sector formal. La informalidad actúa como una trampa de bajos ingresos que dificulta la acumulación de capital y la estabilidad financiera.
3. Salarios de Ingreso Insuficientes en el Sector Formal: Incluso en el sector formal, muchos salarios iniciales o de categorías inferiores, en especial aquellos cercanos al Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM), han quedado rezagados respecto al valor de la CBT. Esto afecta particularmente a jóvenes, trabajadores con baja antigüedad o aquellos empleados en sectores con menor capacidad de negociación paritaria. La estructura de ingresos actual no logra garantizar que un trabajador a tiempo completo obtenga lo necesario para sostener una familia tipo.
Implicaciones Sociales y Económicas
El fenómeno de la pobreza entre los ocupados genera consecuencias profundas que van más allá de la mera estadística.
Impacto en la Demanda Agregada: La incapacidad de millones de trabajadores para cubrir sus necesidades básicas restringe significativamente su capacidad de consumo. Esta baja demanda agregada frena la actividad económica general, ya que la producción y la inversión se ven limitadas por la falta de poder de compra en el mercado interno.
Desigualdad y Frustración Social: La situación alimenta un profundo sentido de injusticia social. El cumplimiento de la expectativa social de «trabajar para progresar» se ve frustrado, lo que puede incrementar la desconfianza en las instituciones y la polarización. Se consolida una clase de «trabajadores pobres» que, a pesar del esfuerzo, no logran mejorar su condición de vida, perpetuando el ciclo de la pobreza de una generación a otra.
El Rol de las Políticas Públicas: El informe del IERAL plantea un interrogante crítico sobre la orientación de las políticas económicas. No basta con generar puestos de trabajo; la prioridad debe migrar hacia la creación de empleo de calidad y la implementación de mecanismos efectivos para la recuperación sostenida del salario real. Esto incluye no solo el combate frontal a la inflación, sino también estrategias para la formalización del empleo, la mejora de la productividad y la revisión de la composición y el alcance del Salario Mínimo.
En conclusión, el panorama dibujado por el informe es un llamado de atención a la urgencia de repensar el valor del trabajo en la economía argentina. La lucha contra la pobreza ha entrado en una fase donde el mero hecho de tener un empleo ya no es la solución, sino que el foco debe centrarse en asegurar que ese empleo garantice un ingreso que esté, al menos, por encima del umbral de la dignidad. La estabilidad social y el crecimiento económico futuro dependerán de la capacidad del país para revertir esta tendencia y transformar los puestos de trabajo en vehículos reales de prosperidad.