El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, busca reorientar su gestión después del resultado electoral adverso del domingo, en el que La Libertad Avanza revirtió la amplia ventaja que el peronismo bonaerense había logrado en los comicios de septiembre.
Este lunes, Kicillof se reunió con su vicegobernadora, Verónica Magario, algunos ministros y el diputado provincial Carlos «Cuto» Moreno para evaluar la situación. Desde la Gobernación, aunque insisten en dar por zanjado el debate sobre el desdoblamiento electoral, voces cercanas al mandatario deslizaron que la estrategia adoptada, especialmente el proceso de cierre de listas, tuvo un costo. «Ningunear a los dirigentes y cerrar las listas siempre a espaldas del territorio tiene sus consecuencias», se escucha en La Plata, sugiriendo un pase de facturas interno por la conformación de la boleta.
El análisis del peronismo va más allá de Buenos Aires, señalando resultados pobres a nivel nacional. No obstante, en la PBA, el ejemplo más palpable de un error de estrategia fue la performance del intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray. Al presentarse con una boleta propia a diputado nacional (Unión Federal), obtuvo 78.125 votos, una cifra que, según admiten en La Plata, habría sido suficiente para revertir la diferencia de 46.600 votos que le sacó La Libertad Avanza a Fuerza Patria en la provincia. «Es contrafáctico, pero con eso ganábamos», reconocen.
A Kicillof le restan dos años de mandato, pero el futuro inmediato se presenta complejo. Debe encarar la negociación por el Presupuesto provincial 2026 y la Ley Fiscal Impositiva, y sigue pendiente el pedido de endeudamiento por hasta USD 1.045 millones presentado en mayo. Tras el revés electoral, las dificultades para lograr la aprobación de estas iniciativas en la Legislatura se profundizarán.
«Nosotros tenemos que pagar sueldos, aguinaldos, comprar remedios, patrulleros y proveer comedores. No hay tiempo para discutir», es la premisa en la Gobernación, que busca priorizar la gestión. A esto se suma la complejidad de la interna, ya que el gobernador debe convivir con la fuerte presencia de La Cámpora en su gabinete, con ministros clave como Juan Martín Mena (Justicia), Daniela Vilar (Ambiente), Nicolás Kreplak (Salud) y otros funcionarios que responden, en mayor o menor medida, a Cristina Kirchner.
Mientras tanto, la tensión post-electoral se mantiene. La intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, reavivó la polémica al cuestionar nuevamente la decisión de haber desdoblado la elección, afirmando que «Cristina tenía razón». En respuesta, intendentes cercanos a Kicillof salieron a defender la estrategia del gobernador. Fabián Cagliardi (Berisso) sostuvo que «la ventaja del 7 de septiembre fue por la figura del Gobernador» y que el desdoblamiento fue «una decisión acertada», atribuyendo la derrota a que «el vecino sintió que la lista no fue armada por él», además del voto de los inmigrantes. Mario Secco (Ensenada) calificó la decisión de desdoblar como «una patriada extraordinaria».
El cuestionamiento a la conformación de la lista, que dio preponderancia al sector kirchnerista, Sergio Massa y el Frente Renovador, fue compartido por otro intendente, Gastón Granados (Ezeiza), quien planteó que «la dirigencia nacional» debe «entender que los intendentes tenemos los votos y los que representamos a la gente».





