Macri define el futuro del PRO: El dilema entre la lealtad total a Milei y la preparación para la «era post-libertaria»

Mauricio Macri convocó el miércoles pasado a la cúpula del PRO en la sede de la calle Balcarce, a metros de la Plaza de Mayo, para una reunión que se anticipaba crucial y que, en efecto, terminó de delinear las tensiones y estrategias internas del partido. Apenas 17 días después de haber participado en elecciones locales y provinciales en alianza con La Libertad Avanza (LLA), la agenda se centró en dos ejes ineludibles: el proceso de renovación partidaria y la definición del vínculo estratégico con el gobierno de Javier Milei. El debate, aunque no cuestiona el apoyo desde el Congreso al programa libertario, sí expone las profundas diferencias sobre el rol que el partido debe asumir en los próximos años, proyectando el futuro inmediato y la meta de 2027.

La discusión central que atraviesa al Consejo Directivo del PRO se reduce a un dilema estratégico: ¿alineamiento total con LLA y colaboración activa en el «cambio» impulsado por Milei, o una reingeniería identitaria que lo posicione como una alternativa propia a mediano plazo? Este último enfoque se sustenta en la necesidad de estar preparados para lo que algunos dirigentes denominan la etapa del «post-Mileísmo». María Eugenia Vidal, por ejemplo, ya había planteado en su newsletter personal la pregunta clave: ¿Qué ocurrirá cuando este modelo se agote? Su propuesta es clara: el PRO debe estar en condiciones de garantizar la alternancia, consolidándose como una opción de gobernabilidad robusta frente al desgaste natural de cualquier gestión.

En este marco, la necesidad de una renovación de liderazgo fue manifestada abiertamente por Macri, presidente del partido; Martín Yeza, titular de la Asamblea; y la propia Vidal. El argumento es que el reimpulso del PRO no sucederá por inercia, sino que requiere de un esfuerzo consciente para generar nuevos líderes, contar con candidatos propios y reafirmar el aporte valioso del espacio a la política nacional. Yeza ha sido particularmente insistente en redes sociales y entrevistas al señalar que «es mejor que exista el PRO a que no exista», y ha defendido la postura del partido de no desear «que a un presidente le vaya mal para que a nosotros nos vaya bien», una máxima que justificó el acompañamiento a LLA incluso en las últimas elecciones distritales.

Esta visión de acompañamiento, sin embargo, coexiste con la palpable realidad de una fuga de dirigentes hacia las filas libertarias, especialmente del sector que respondía a Patricia Bullrich. La ministra de Seguridad, que ha pasado a ser una de las principales aliadas de Milei en el Gabinete, sumó en menos de una semana a ocho diputados y una senadora de origen amarillo a los bloques de LLA. Este éxodo no fue inocuo para la estructura partidaria; de hecho, la relación entre Macri y el bullrichismo ha sido notoriamente tensa. Prueba de esta purga fue la reciente expulsión de Damián Arabia, ex vicepresidente segundo del Consejo Directivo, por inasistencia a reuniones a las que, según se argumenta desde su sector, nunca fue invitado. El proceso de depuración interna generó cierto alivio en las filas macristas, al entenderlo como una necesaria redefinición de lealtades y objetivos.

El impacto más tangible de estas reconfiguraciones se observa en el Congreso. El PRO esperaba conservar unos 26 miembros en Diputados, pero las deserciones mermaron significativamente este número. Además de las ocho bancas perdidas ante LLA, la vicegobernadora de Santa Fe, Gisela Scaglia, mantiene una posición ambigua; Álvaro González, cercano a Horacio Rodríguez Larreta, podría actuar con mayor independencia; y Diego Santilli migró hacia un cargo en el Poder Ejecutivo. Con estas bajas, el bloque amarillo quedaría reducido a una quincena de miembros, una situación que buscan compensar con posibles adhesiones, como la de Verónica Razzini o Ricardo Garramuño, líderes de monobloques que podrían reincorporarse.

A pesar de esta dinámica de fugas y la no integración formal de las estructuras macristas y libertarias, el mensaje oficial es de optimismo pragmático. Fuentes internas aseguran que, en términos parlamentarios, ambos bloques seguirán trabajando «en sintonía», manteniendo la colaboración que ha caracterizado su relación en el último bienio. La reunión del Consejo Directivo de Macri, por lo tanto, no fue solo un balance, sino la ratificación de que el PRO se encuentra en una etapa de recomposición dinámica, buscando desesperadamente su lugar en un escenario político que se ha redefinido por completo con la irrupción de Milei, obligado a equilibrar su apoyo al gobierno con la imperiosa necesidad de preservar su propia identidad y potencial futuro como una fuerza política independiente.

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