OPINIÓN: Cambio de rumbo… ¿Rumbo al PJ? Una reflexión sobre los cambios en el gabinete

Desde que se anunciaron los cambios en el gabinete, la ola de críticas, especulaciones y análisis políticos invadieron la escena pública, algo bastante esperable para la resolución de una interna feroz que expuso detalles de los más amarillos al estilo de un chisme farandulero. Por supuesto, no es la primera vez que existen disputas al interior de una coalición de gobierno y habrá que ver si tamaña operación termina dando los frutos esperados o, por el contrario, aleja más al oficialismo de la posibilidad de revertir los resultados de las PASO.

Cabe preguntarse, teniendo en cuenta el rumbo que fue tomando el debate y haciéndome cargo de mi pertenencia al movimiento de mujeres, ¿se trata solo de una crítica feminista puritana que no comprende la complejidad del contexto, como lo exponen algunos muchachos defensores del gobierno?

La envestida kirchnerista contra el “Albertismo” inicia, principalmente, como respuesta a un desacuerdo respecto de la política económica del gobierno y de qué manera llegar a las elecciones. Cuestión que ya venía apareciendo, incluso antes de las PASO cuando, por ejemplo, la Cámpora vía el secretario de energía pedía la renuncia de Guzmán, ministro de economía del riñón de Alberto. El audio de Fernanda Vallejos, filtrado o planificado, da cuenta de esta discusión y muestra claramente que la resistencia de Guzmán a poner más recursos en un paquete de medidas que fortalezcan el consumo es, para la Cámpora y Cristina, la razón principal de la derrota.

Sin embargo, el acuerdo final entre ambos revela que los que manejan el rumbo de la economía no fueron removidos de sus cargos, y tampoco, aunque la vice presidenta se haya esmerado por mostrarlo así, podemos decir que el Kirchnerismo puro ganó la contienda. Con la incorporación de figuras como Aníbal Fernández, Julián Domínguez, Manzur, lo que hay claramente es un giro en dirección al PJ, bastante alejado de un movimiento hacia la izquierda o a “seguir el mandato del pueblo” del que hablaba Vallejos en su famoso audio.

En ese marco, la crítica feminista a la composición del nuevo gabinete, no es solo una crítica desde una perspectiva de los derechos de las mujeres y las disidencias cuando aparecen figuras que claramente representan un retroceso, por ahora, en lo simbólico. Es también, si comprendemos al feminismo como un movimiento amplio y popular que lucha por los derechos de todas las comunidades y sujetos vulnerados, una crítica a la posibilidad de que este giro por derecha pueda traer peores condiciones concretas de vida para la gente.

Es difícil ver que tales cambios puedan modificar de manera profunda el rumbo de ajuste que viene llevando a cabo el gobierno en sintonía con las exigencias del Fondo Monetario Internacional, más allá de algunas medidas cosméticas que les permitan llegar en mejores condiciones a noviembre. Más bien, pareciera que las incorporaciones llegan para reactualizar viejas fórmulas y hacer lo necesario para ordenar un peronismo a puro fuego cruzado.

Por supuesto que hacen falta cambios en Argentina, pero de lo que hablamos las feministas, “los progres”, las organizaciones populares, los laburantes, es de cambios que por una vez sean a favor de los que menos tienen. Y para eso no alcanza con imprimir billetes hasta las elecciones, hace falta empleo genuino, hace falta actualizar el salario mínimo vital y móvil al aumento de los precios, hace falta una reforma impositiva que haga que sean los ricos los que más paguen y no al revés. 

Estoy convencida de que esos 2 millones de personas de los sectores populares que no fueron a votar, están esperando que las promesas de una Argentina mejor, después del desastre de Macri, se acerquen a la realidad. Si hay una verdadera comprensión de ese sentir colectivo, el oficialismo podrá acercarse más en las elecciones de noviembre, de otro modo, lo que se fortalece no es la propia coalición opositora (que no sacó más votos que en la elección anterior), lo que se fortalece es la apatía y, preocupantemente, las opciones por derecha que reproducen discursos peligrosos y que se llevan a cientos de nuestros jóvenes decepcionados de las estructuras tradicionales.

En definitiva, no son Manzur o Aníbal, es el rumbo de un gobierno que prometió “volver a construir la Argentina igualitaria y solidaria que todos soñamos”, como lo dijo Alberto aquella noche del 2019 que ganó las elecciones ejecutivas, y que por ahora lejos está de ser un sueño. 

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